El joven Álvaro Carmona López pronunció ayer el Pregón de las Glorias de María en el Altar del Jubileo de la Catedral de Sevilla.
Carmona ofreció su «mirada» sobre las devociones letíficas de la ciudad, en un texto que estuvo marcado por un alto contenido poético, a base de romances en cada capítulo, encadenados por una introducción prosaica, pero que tuvo presente la figura del historiador Juan Martínez Alcalde, fallecido recientemente.
Al «hombre de las Glorias de Sevilla», como le llamó, le dedicó un capítulo al comienzo del pregón, que fue de los más aplaudidos. Carmona repasó la biografía del que fuera colaborador de este periódico indicando que «Juanito, como lo llamaban, entregó su vida a la investigación, a descubrir los pequeños detalles de las cofradías, ocultos en el tiempo y en el papel, allí donde arrugados no se olvidaron de lo que llevaban escritos». De esta forma, conectó con un romance que concluyó así: «Vivirá en el recuerdo/ por más que los días pasen,/ pues lo dicta la razón/ y el alma de los cofrades:/ ¡Si sabemos de las Glorias/ es porque tú lo contaste!».
Tras ello, comenzó un recorrido por devociones, como la Reina de Todos los Santos, o las hermandades filiales, como la Virgen de Araceli de San Andrés -de la que es hermano-, la de la Cabeza de San Juan de la Palma , Guadalupe de San Buenaventura o la Virgen de la Sierra de San Roque, antes de hacer un panegírico a la labor de la Iglesia, saliendo en defensa ante los ataques «una y otra vez» a los seguidores de Jesús: «Ahora que está tan de moda el ‘podemos’, vamos a utilizarlo nosotros también, pero con un ‘no’ rotundo delante, y propondremos también el ‘debemos’ (…) Debemos proteger a la familia y la vida, porque la vida comienza en el primer instante, por mediación de Dios. No podemos pensar que somos dioses capaces de decidir el destino de la vida de los seres humanos».
Su formación cristiana la puso de manifiesto al citar la exhortación del Papa Francisco «La alegría del Evangelio», que recomendó a los asistentes a que la «leyeran y releyeran» porque «aquí tenemos también ‘La alegría del Evangelio según Sevilla’ en tres advocaciones: la Luz, la Alegría y la Salud». Uno de los momentos álgidos del Pregón de Álvaro Carmona fue cuando dedicó un amplio pasaje a la Virgen de los Reyes. Primero, citó a las Vírgenes fernandinas, como la de los Sastres de San Ildefonso, la de los Reyes de San Clemente o la de las Aguas del Salvador, sin olvidarse de la Virgen de las imágenes más antiguas, como son la Virgen de las Batallas de la sacristía mayor de la Catedral o la de la Antigua que preside un retablo en la Seo y Rocamador de San Lorenzo.
A la patrona de la Archidiócesis le dedicó un largo romance en el que explicaba que «mira que tiene Sevilla/ en su provincia, gran suerte, / son muchas advocaciones / repletas de parabienes/ en los altares mayores, / que recorren de este a oeste/ de norte a sur, con creces / la geografía mariana / más allá de estas paredes», en relación a las patronas de cada localidad, para conectar directamente con la mañana del 15 de agosto: «Jamás podrán explicar/ la sinrazón que le mueve,/ al peregrino en agosto/ para apoyarse más fuerte/ en la larga madrugada/ que alcanza el alba por siempre».
Carmona terminó su pregón «en los brazos del Rosario», haciendo un recorrido por las imágenes con esta advocación en Sevilla.
Aquí os queremos dejar las palabras que le dedicó a nuestra Amantísima Titular: "No se me olvida pasar por el Juncal, para estrechar con María, el alma y proponer nuevos senderos en donde perdernos con ella. Nada es casualidad. Allí donde la necesitamos, aparece para abrazarnos con el espíritu de un Dios que recuerda siempre que la Virgen, es su madre y en su regazo, brotó la semilla del creador. Al igual que en San Buenaventura con Guadalupe, en los Terceros con la Virgen de la Encarnación. En la mañana de la salida de Santa Lucia o por la Plaza del Salvador, con la Virgen del Prado. San Julián nos ofrece la leyenda de una Virgen que vino de manos catalanas para quedarse en la ciudad y con el escudo de la misma en el cuello, en la víspera del Corpus Christi. Más de seis siglos desde su llegada y constitución como Hermandad de Gloria."